Furyk, Tiger y Toms, empatados en cabeza

Furyk, de 42 años, gobierna nueve años después el Abierto de su país, que ganaría un domingo de 2003 en el Olimpia Fields. Por entonces, la figura de Woods (36 años y 14 ‘majors’) monopolizaba este deporte en todo el mundo y Toms (45 años y 13 títulos) venía de ganar el US PGA de 2001, el cuarto de los ‘Grandes’.

Los tres golfistas comparten glorias pasadas y, en el presente, la vanguardia de uno de los Open estadounidenses más difíciles de la década. Furyk, Tiger y Toms repitieron secuencia de golpes (70 y 69) y con uno abajo se adueñaron del protagonismo del torneo en el cruel Olympic Club.

Esa crueldad del campo californiano trituró al golf español, pues de sus cinco representantes solamente sigue ‘vivo’ el castellonense Sergio García, decimoctavo y a cinco golpes del trío de líderes.

Miguel Ángel Jiménez (+18), Gonzalo Fernández-Castaño (+18), Álvaro Quirós (+10) y Rafael Cabrera-Bello (+10) hicieron las maletas de vuelta a España tras ser literalmente engullidos por este vergel de San Francisco que, sin embargo, no disimula sus trampas y vericuetos.

El argentino Ángel Cabrera, el campeón de este Open en 2007, también se salvó, como García, de la quema implacable del Olympic, en donde sucumbieron los dos mejores golfistas del ránking mundial: el inglés Luke Donald (79+72) y el norirlandés y defensor del título Rory McIlroy (77+73).

La felicidad se vierte por los cinco costados de Norteamérica, con la caída de los europeos que gobiernan el golf actual y el retorno a las primeras posiciones de Tiger, Furyk y Toms, y sólo el inglés Lee Westwood, tercer mejor golfista del planeta, salvó su pellejo y estigma.

Tiger, Furyk y Toms fueron los únicos capaces de no dejarse vencer por el campo tras dos rondas, aunque tras ellos y a dos golpes aparezca un furgón que acecha con cuatro hombres: el belga Nicholas Colsaerts, el norirlandés Graeme McDowell y los estadounidenses John Peterson y Michael Thompson, éste el líder al comienzo.